JUGAMOS AL MINIBASKET Y CONOCEMOS EL ESPACIO (1)
Por el Doctor Maurizio Mondoni
Tradución al español por Carlos Fernando García
Premisa
El espacio, como el tiempo, es una de las propiedades objetivas fundamentales de la materia.
Una definición enciclopédica (Rizzoli-Larousse) del espacio (del latín spatium) es la de “Extensión indefinida, un lugar sin límites, que contiene todas las extensiones finitas en el cual aparecen colocados los cuerpos.”
En la acepción filosófica y científica, el espacio es “una entidad ilimitada e indefinida, en la cual los cuerpos sensibles son contenidos y se mueven”.
El hombre no puede imaginar nada fuera del espacio y del tiempo y nuestra constitución biológica nos ha llevado a una representación del universo, que nos hace considerar separadamente el espacio y los cuerpos que en él se encuentran.
Este concepto de espacio nos permite una descripción eficaz de muchas de las propiedades de los objetos (la longitud de un segmento, la distancia entre dos puntos, el área de una superficie o la posición de un punto con respecto a otro). Todas estas propiedades geométricas de los objetos pueden ser transferidas en el espacio, ya que sus propiedades son independientes de los objetos específicos y lleva así a una descripción precisa del espacio tridimensional o “euclidiano”.
Las ciencias motrices, los juegos-deporte y el Minibasket
También las ciencias de la educación motriz se ocupan del espacio, porque el cuerpo del hombre, en sí mismo es un volumen que se mueve en un campo definido y orientado. Durante el movimiento de nuestro cuerpo, cada pequeño segmento tiene una posibilidad óptima de desplazamiento, por lo que el conocimiento del espacio permite el movimiento orientarse y organizarse, a través de la coordinación y el equilibrio. Al mismo tiempo, la estructuración del espacio, en el ser humano es el resultado de las dinámicas sensoriales, emocionales e intelectuales, que están diversamente estimuladas por el movimiento.
La posibilidad de ejecutar experiencias motrices por parte del niño, constituye la base indispensable para mejorar la percepción del espacio (y del tiempo) en sus múltiples aspectos.
En todos los juegos motores de equipo y por ende en el Minibasket, es importante educar en los niños el concepto de espacio.
Por educación espacial se entiende “la educación de la capacidad de orientar sus propios movimientos en el espacio con relación a un propósito.”
Podemos distinguir tres etapas fundamentales en la educación del espacio:
– El perfeccionamiento de la precisión espacial del movimiento. En esta etapa no tiene importancia la velocidad de ejecución, pero es fundamental la precisión del movimiento en relación al propósito de la acción y el objetivo principal solución elemental del trabajo motor en el espacio (relación topológica(1));
– El perfeccionamiento de la percepción espacial a través de los movimientos de coordinación y de equilibrio que pueden efectuarse en tiempos breves. En esta etapa se registra una elevada actividad de pensamiento durante el aprendizaje y no es una simple repetición automática del movimiento;
– El perfeccionamiento de la capacidad de seguir movimientos precisos en el espacio (valoración de la dirección, de la distancia, etc.). En esta etapa, el chico es capaz de adaptar y transformar el movimiento en condiciones espaciales que cambian y en diferentes situaciones. Es una etapa abierta, en el sentido que no se puede encontrar nunca el final y la representación de las relaciones espaciales, son el fruto de la experiencia motriz y de la inteligencia.
La percepción del espacio en el Minibasket
La percepción es una de las funciones psicológicas primarias que debe tener en cuenta el instructor de Minibasket. Nuestros sentidos son la puerta que nos permiten acceder al mundo exterior, conocerlo y ponernos en relación con él.
Nuestro organismo dispone de diversos medios para conocer la propia orientación en el espacio, esto es la posición del cuerpo respecto a las coordenadas espaciales.
Los medios de los cuales se vale el niño para efectuar esta valoración son los órganos de los sentidos, que transmiten al sistema nervioso central, en forma de emociones, los impulsos que reúne del mundo exterior y del propio cuerpo. Los impulsos son organizados, coordinados y asociados a las sensaciones posteriores de la región parietal inferior (área 39 de Brodman) y de la región occipital del cerebro. Los órganos de los sentidos (analizadores) relacionados son los estereoceptores (visuales 83%, auditivos 13%, táctiles 1%), los propioceptores musculo-tendinosos y viscerales y los receptores laberínticos.
Los trastornos o la falta de desarrollo funcional de uno o más analizadores, pueden implicar una perturbación en la percepción espacial.
El aparato visual
La función visual permite al niño valorar la situación de su cuerpo respecto al mundo exterior y aquella reciprocidad con los objetos circundantes (cestas, líneas perimetrales, compañeros, balón).
Gracias al aporte de la aferencia visual es posible construir más rápidamente formas y distancias, porque a través de la vista es posible percibir más elementos simultáneamente.
Cuando juega al Minibasket el niño debe tener en cuenta su posición en el campo, las posiciones de sus compañeros, la de los adversarios y la del balón.
En la cancha el instructor puede proponer ejercicios-juego con o sin pelota (de simples a difíciles), juegos simplificados en diferentes situaciones especiales (en todo el campo, en medio campo y en espacios reducidos).
Un punto importante para considerar es la percepción de la profundidad. Si bien la imagen en la retina del niño es bidimensional, la imagen de la profundidad (distancia) está presente continuamente en nosotros (estatura, altura de los edificios, de los árboles de las montañas, etc.), siempre con referencia a las experiencias vividas.
El aparato auditivo
Saber reconocer la proveniencia y la distancia de un sonido a través de una atenta escucha biauricular, permite al niño dirigirse hacia la fuente sonora, además sin la intervención de otras aferencias. Es importante proponer ejercicios-juegos con los ojos cerrados, con los niños en movimiento en el espacio, siguiendo el sonido de un silbato, una pandereta, música o la voz del instructor.
El aparato vestibular
El laberinto, situado en el oído interno, es el principal aparato del equilibrio y de allí se originan los reflejos que influencian el tono muscular y los reflejos posturales de todo el cuerpo que regulan los movimientos de la cabeza, registrando modificaciones de la dirección y en la velocidad.
El aparato cenestésico
Durante el movimiento, se percibe no sólo el cuerpo en su conjunto, sino también los segmentos que se mueven y se orientan en el espacio, unos con respecto a los otros. La información recibida por el S.N.C. (2) permiten al niño controlar la posición exacta de los diferentes segmentos corporales durante la ejecución de un gesto motor (por ejemplo, la posición exacta del brazo y el antebrazo durante un tiro a la canasta)
El aparato táctil
Los órganos táctiles se encuentran en la piel y la mucosa de los orificios naturales. El estímulo adecuado para excitarles, es una presión sobre la piel de modo que sea levemente estirada (por ejemplo, tomar un globo y manipularlo). Gracias a esta información, es posible percibir la forma y la superficie de los objetos tocados (pequeñas herramientas, pelotas y globos). El aparato táctil asume un papel fundamental, para fines de la orientación espacial, cuando faltan los aferentes visuales.
Representación de las relaciones espaciales
La representación de “un algo” se forma con la creación de estructuras mentales permanentes en el SNC. En el transcurso de la ontogenia (3), la percepción y la representación del espacio, aparecen poco a poco, ya que al nacer el niño no ha desarrollado plenamente el SNC y por lo tanto todas las posibles conexiones se pueden establecer y se puede en los primeros años de vida, llegar a la exacta representación de sí mismo en el espacio.
La representación mental de movimiento permite sucesivamente al niño pasar de la imagen mental del gesto al gesto propiamente dicho.
la percepción (muy importante en la representación espacial) está relacionada con la posición del individuo inmerso en el espacio (conceptos de adelante, atrás, derecha, izquierda, arriba, abajo).
La maduración de la capacidad de representar las relaciones espaciales, conduce al niño de 5 a 8 años, a los límites asociados a la percepción (transición del pensamiento pre-operacional al pensamiento operacional concreto, que se establece entre los 7 y 11 años).
Espacio topológico
Las primeras relaciones espaciales que el niño domina son las de naturaleza topológica, que dependen de los conceptos de proximidad, separación, inclusión, orden (o secuencias espaciales) y continuidad.
La relación más elemental es la de proximidad de los elementos en el mismo campo visual. Otra relación espacial importante es la separación, es decir, dos objetos cercanos pueden considerarse diferentes sólo si son manipulados. La relación de orden y de sucesión permite al niño establecer que objetos cercanos y separados pueden ser puestos unos después de otros.
Otra relación espacial es la de la inclusión, que permite al chico situar un objeto dentro de otro (por ejemplo una pelota en un aro o en la canasta).
Las relaciones topológicas iniciales contemplan el objeto en sí y sus elementos constitutivos, el movimiento fundamenta, por tanto, sus bases en la percepción.
En consecuencia, es extremadamente importante la actividad senso-motriz que transformará progresivamente el universo perceptivo del niño y lo hará evolucionar sobre adquisiciones siempre más complejas.
Un ambiente familiar, escolar y deportivo rígido y con abundantes limitaciones, puede provocar en el menor un retardo en la evolución de las relaciones espaciales, con los consiguientes problemas de aprendizaje futuros.
Notas del traductor
1) Piaget enmarca las relaciones topológicas en el estadio preoperatorio (2-7 años) y las describe como aquellas en las que se aprecian propiedades espaciales que no tienen nada que ver con el tamaño y la forma de los objetos. A saber: la proximidad (vecindad, cerca/lejos); separación y continuidad (frontera, límite…); ordenación (sucesión lineal) y encierro (abierto/cerrado, interior/exterior)
(2) Sistema Nervioso Central.
(3) Desarrollo del individuo, referido en especial al desarrollo embrionario.
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